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Tú los plantaste y echaron raíces,
    crecieron y hasta dieron fruto.
Te mencionan frecuentemente,
    pero en su interior no te tienen cerca.
Pero tú me conoces, SEÑOR, me has visto
    y sabes muy bien lo que siento por ti.
Arrástralos como ovejas al matadero
    y señálalos para el día de la matanza.
¿Hasta cuándo va a estar seca la tierra
    y marchita la hierba de todos los campos?
Por la maldad de quienes habitan el país,
    los animales y las aves han desaparecido.
Se atreven a decir:
    «Dios no verá nuestro futuro».

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